Ayuda para un caballo con dolor.
Es la frase que mejor define cómo ha sido durante un tiempo la vida de Pitxi.
Preciosa por dentro y por fuera, con un amor que casi sobrepasa al de la pequeña Gigi y una bondad que pocos seres en este planeta tienen.

Justo antes del verano del 2020, conocí de la existencia de esta yegua.
Joven, valiente, atlética y con mucho potencial, pero con un gran problema. Mucho dolor.
En ese momento, ese dolor se transformó en su peor pesadilla, por lo que sentía y por lo que le estaba a punto de suceder. Pero la humana que se encargaba de su doma básica, viendo el futuro tan corto que le esperaba a Pitxi, decidió pedir ayuda. No podía dejar de luchar por ese ser, su vida no podía acabar transformándose en pienso para perros, cerdos u otro animal, solamente por la falta de voluntad de su responsable legal de ayudarle.
Llegado ese momento, él se quiso desentender de la yegua y etiquetándola como peligrosa, su destino no era nada más y nada menos que el de algunas de las que ahora forman parte de su familia y el de muchos caballos de este planeta, convertirse en comida para otras especies.
No puedo quitarle la razón de que en ese momento, Pitxi podía ser muy peligrosa si la montabas o la tratabas como ellos lo hacían. Con tanto dolor que sentía, sus reacciones eran escandalosas, puro mecanismo de defensa.
Una yegua con varios ángeles.
Tras unos pocos meses, y la revisión del quiropráctico Mario Soriano para valorar si tenía alguna lesión grave o no, decidí comprarla antes de que su vida acabara. Como tantos otros rescates, hubo dinero de por medio.
Y encontré un lugar maravilloso para ella, dónde podíamos quedarnos durante el tiempo que yo necesitara para tomar la decisión de si finalmente decidía hacerme responsable de por vida de ella, o buscaba otra familia que encajara mejor.
En ese nuevo y no definitivo hogar, pudo acostumbrar a su cuerpo a una dieta basada en forraje de calidad y saludable, a un movimiento sano y relaciones con todos los humanos que tenían contacto con ellos (Pitxi y su compañero), también sanas. Y poco a poco, empezó a sanar sus traumas relacionados con el dolor. Volvió a disfrutar de los paseos pie a tierra, de las interacciones humanas sin miedo al dolor y empecé a ver en ella la posibilidad de (siempre y cuando fuera con su consentimiento) volver a montar.
El momento aún no había llegado, por un lado sentía que faltaba un poco para que estuviera preparada y por otro, a su compañero Crako, no le parecían bien las interacciones que eran exclusivamente para ella y que en consecuencia él quedaba al margen de la actividad. Y esto venía debido a su trauma, la soledad.

De muy joven quedó solo, su familia humana lo cuidó muchísimo y llegado el momento volvió a vivir junto a otro de su especie, pero durante esos años, a pesar de acostumbrarse a estar solo, lo pasó mal. Así que, cualquier interacción con Pitxi que podía significar quedarse solo, no la toleraba. Siendo este el otro motivo por el que no sentía que fuera el momento para preguntarle si podía subirme a ella, a pesar de haber conseguido una rehabilitación física, mental y emocional excepcional.
Misión cumplida.
Su compañero nos dejó de forma precipitada e inesperada.
Tomé la decisión de subirla de inmediato a la montaña, junto al resto de la manda por dos motivos:

↠ Su misión en ese hogar se había cumplido: acompañar durante 3 años a un caballo magnífico para ayudarle a sanar su trauma, mientras él y su familia le ayudaron a ella.
↠ Y no podía dejar que el trauma de su compañero perdurase, la soledad no sería otra carga para ella. Además, ya había tomado la decisión de ser su responsable de por vida.
Así que, a pesar de no ser el mejor momento del año para subirla a la montaña, lo hicimos. Y bueno… A esta yegua debemos darle el premio a mejor relaciones públicas del planeta.
Estoy asombrada de su habilidad para conocer y caer bien a otros caballos, o al menos a yeguas. A día de hoy tan sólo conoce a la mitad de la manda, que es con la que vive.
Mi objetivo principal es su adaptación a su nuevo entorno y manada. Nada fácil en este momento del año, con días fríos y cada vez más cortos y húmedos. Pero tanto sus nuevas compañeras equinas como su familia humana, estamos haciendo todo lo posible para que al menos las inclemencias meteorológicas y el desgaste energético que estas suponen, le dejen adaptarse y disfrutar de esta nueva etapa.
Y mi objetivo secundario es seguir aprendiendo junto a ella y proponerle, cuando sienta que es el momento, volver a montar. Me hace una ilusión tremenda convertirnos en lo que tanto he soñado, en lo que Uprah pudo regalarme durante unos años y decidí no exprimir más para no comprometer su salud, una compañera atlética de rutas. Pero en el caso de que Pitxi no se sienta cómoda, priorizaré su salud mental y emocional, dejando de lado mi objetivo secundario.

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